Con apenas 17 años en 2012, Beatriz Pirón debutó en el ciclo por el evento más grande, los Juegos Olímpicos, y mientras el segundo oro de Félix Sánchez y la plata de Luguelin Santos en Londres absorbía casi todos los espacios Luisín Mejía hacía un aparte en el Palacio Nacional para presentarla como la cara del futuro del deporte dominicano.
De ahí que cuando DL le preguntó quién encabezaba la lista de dedicatorias no fueron sus padres Milquella Candelario y Auguto Pirón o sus hijos Yamilka (8 años) o Berlyn (5) ni su pareja Juan Jesús Peña. Fue el presidente del Comité Olímpico Dominicano, a quien identifica como la persona que creyó en ella antes que el resto.
Nacida el 27 de febrero de 1995, Pirón, sobrina de la triple medallista continental e inmortal del Deporte, Guillermina Candelario, Pirón fue etiquetada para no fallar desde la adolescencia y a sus 24 años las medallas se amontonan en la pequeña sala del hogar donde reside.
Ya en Río 2016 se quedó a un kilo de subir al pódium tras fallar en tres intentos (fue cuarta) y en estos Panamericanos de Lima corrigió la concentración mental que dice la dejó con la plata en Toronto 2015, al igual que en los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, para llevarse el metal aurífero en los 53 kilos, con récord continental en arranque (87) y total (193).
“Para mí esta competencia marca como un antes y un después en mi carrera”, dice. “Esa seguridad, esa confianza, no escuchaba lo que me decía el público, solamente cuando subía a la plataforma lo único que yo tenía en mente era que había que hacer lo que había que hacer, antes no lo hacía, ahora sí”, dijo Pirón, rodeada de sus hijos.
Esa madurez ha llegado tras superar las elevadas expectativas que ha creado desde que con 13 años en 2009 irrumpió en el escenario en el Mundial Infantil de Tailandia.
“Por ejemplo, en Toronto 2015 en el momento de la competencia estaba un poco desenfocada, muy concentrada en el oro, que no disfruté la competencia, me obsesioné con el oro. Esos fallos mentales ahora en Lima pude superarlo”, dice Pirón, estudiante de quinto cuatrimestre en APEC y apadrinada por el programa CRESO.
No hay descanso
Pirón, que con solo 4,11 pies de estatura puede levantar hasta a Albert Pujols (235 libras), regresó de Perú la noche del miércoles por Punta Cana y ya en la tarde del jueves se entrenaba en el Complejo Deportivo de su natal San Pedro de Macorís.
No hay tiempo para festejar, el 18 de septiembre debe ir al Mundial en Tailandia a buscar los puntos que la lleven en Tokio a sus terceros Juegos Olímpico y abandonar el gimnasio ahora tiraría por el suelo la forma física que le costó meses adquirir.
De ahí que toma un motor desde la humilde casa de techo de zinc, propiedad de su abuela, donde vive, parte atrás, en Villa Progreso, para ir hasta Barrio Lindo donde está el complejo de aquí.
El cambio que pide
El oro en Lima subirá el salario que Deportes le paga de RD$20,000 a RD$35,000, que suma a los RD$11,600 que devenga como cabo de la Policía Nacional.
“En lo material, para nadie es un secreto que estoy esperando mi casa desde hace mucho tiempo, solamente me prometen y me prometen que te vamos a hacer, que te vamos a hacer, que te vamos a hacer y nunca me cumplen”, dice la haltera.
“Todavía no tengo una casa que pueda decir que me la hizo el Gobierno, fulano, prácticamente no tengo nada aún, no tengo un vehículo, no tengo una casa, se puede decir que tengo un sueldo ahí más o menos gracias al ministro (Danilo Díaz) ahora y no tengo después de ahí más nada. Esta casa es de mi abuela”, se lamenta.